miércoles, 13 de noviembre de 2013

¡DÉJENLES QUE ELIJAN!



Una semana y media ha pasado del II Congreso de UPyD y parece que muchos de aquellos que ahora enfocan sus esperanzas hacia la "Tercera Vía", se han empecinado en hacer creer que C's (o su Movimiento Ciudadano) y UPyD deben ir de la mano o extinguirse.

Las semejanzas ideológicas entre ambas formaciones son estupendas en muchos casos, pero los recorridos políticos de cada uno, distan mucho de una "obligación" a una necesaria unión, fusión o alianza electoral.
Ambos partidos son merecedores del respeto periodístico y del respeto de sus propios contrincantes políticos; más cuando nadie daba ni un euro por ellos cuando salieron a flote. Y aunque la simplificación de afirmar que UPyD es lo mismo que C's, y que C's es lo mismo que UPyD es de lo más tentador en la competencia natural del pluralismo político, para nada es una afirmación real.
 Sólo observen las reacciones, las actuaciones de cada partido en las instituciones, observen los programas y la energía e ímpetu de los discursos. Encontarán puntos en común pero no son réplicas exactas.

Son quizás dos partidos con un material genético originario común, pero que tras su desarrollo han derivado en especies bien distintas.

¿Han de entenderse a causa de esos lazos de parentesco genético? Imaginen que no hablamos de partidos, sino de felinos salvajes. Sería algo así como obligar a leones y a tigres a vivir en una misma manada simplemente por tener unas similitudes en el genotipo y en el fenotipo.


La premisa de esta unión es de lo más irreal. Otra cosa es que ante determinadas situaciones se opte por trabajar con la premisa de "lo que nos une". Pero no sólo con los que se dice que son nuestros parientes, sino también con los que no lo son, y sin serlo, pueden tener puntos en común con nosotros.

Eso es lo que podríamos denominar Política con MAYÚSCULAS o Política de altos vuelos. Lo común por el bien del Común. Para llegar a ese estadio hace falta que los partidos puedan compartir espacio en una institución representativa. Si dos partidos no actúan en la misma institución, en ese caso, el pactar políticas no parece tener mucho sentido.

Otra cosa es que hablemos de pactos de alianzas o uniones con propósitos y legítimos fines electorales para entrar o aumentar su presencia en las instituciones. Y en ésto pasa como en la vida más normal y real posible.

Hay formaciones, que ante el advenimiento electoral recurren a alianzas con partidos muy distintos, puede que con algunos puntos en común para intentar ganar posiciones. No es raro que tengan auténticos quebraderos de cabeza para explicar y dar cuenta a los votantes del resultado en mensajes, estrategias y recorridos políticos de sus uniones.
Pero también hay quienes lo tienen claro desde el primer momento, y creen que es mejor ir sólos con un mismo mensaje, estrategia y recorrido político. Y todo, aunque ello implique el quedarse "fuera de", por ir sin el paragüas de otro. Saben quiénes son, qué es lo que quieren y qué no están dispuestos a sacrificar por conseguirlo.

Creo que el ciudadano debe confiar que si vota a los tigres, está optando por los tigres y no por unos leones rapados a los que se les ha pintado unas franjas para parecer tigres cuando no lo son. Y al revés exactamente igual.

Tampoco creo en el "yo te voto aquí y no me presento, y tú me votas allí y no te presentas". No creo en las alianzas consistentes en el reparto de los territorios electorales entre dos partidos que dicen algunas cosas semejantes, pero que no son lo mismo.

Si me preguntasen sobre la cuestión, diría que prefiero un partido sin camuflaje y sin hipotecas, porque los partidos no deberían ser fines en sí mismos, sino instrumentos claros para la materialización de proyectos, ideas y valores en los que confían los votantes.

La gran realidad es que el futuro de los partidos políticos lo marcan precisamente los votantes -los auténticos jefes-, no las direcciones, presidentes o secretarios generales. Por tanto, dejemos a los verdaderos jefes que decidan en quién desean confiar..., con quién se sienten más a gusto, y vayamos a lo importante: hacer Política de verdad, no política de camuflaje.
Y si ambos partidos en algún momento coinciden en el camino político, seguro que se entenderán sin complejos, sin rencores y sin manipulaciones.

Las cosas claras, y el chocolate espeso.

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